María deambula bajo las elevadas cumbres de la sierra
andina, esculpidas con la luz de la pureza que salpica perpetuamente las cimas
de una cordillera que nace en ella, buscando más tarde un lugar donde asentarse
sobre los heladores puentes del río Sena o las caóticas calles que pueblan la
ciudad de México, pero sin poder coronar un paisaje interior que fuerza su
imparable huida hacia una vida nómada y solitaria.
María intenta alejarse de un pasado familiar que le
perteneció en otro tiempo , para conseguir reconocerse en un rostro que esté
desligado de la imagen de sus abuelas, sus tías o su madre, un reflejo ante el
espejo en el que solo se encuentre a ella misma. Sin embargo y a pesar de la
intensa desvinculación que constantemente lucha por nublarle la vista hacia sus
orígenes navegantes de prejuicios, discriminación y pobreza, su infancia en
Lima se cuela continuamente por los resquicios de cada puerta que le abre a la
añoranza, dictándole sin prisas quién es en realidad. Quizás una aislada
amazona que escapa de una vida sometida en la selva de dominación opresora,
escogiendo un destino en el que sigue componiendo los acordes de su identidad
femenina.
“Vergüenza” nos simboliza la continua búsqueda de ser mujer,
evitando los roles tradicionales de género y dejando atrás los estereotipos que
conducen a una humillante vergüenza. Con un lenguaje envolvente, la autora nos
entreabre una ventana a la marginalidad, las diferencias sociales y de raza,
donde el mestizaje empieza a constituir una lacra social en países que quieren
imitar tímidamente un desarrollo, denigrando e ignorando a muchas personas en
tierra de nadie, desarraigándolas de un lugar sin solidaridad y en el que los
gestos humanitarios se han extinguido.
*Reseña: Raquel Victoria