Cometierra es una joven que intenta sobrevivir en un barrio marginal, a las afueras de Buenos Aires, con la única compañía de su hermano Walter. Supo dónde se encontraba el cuerpo sin vida de su maestra, la señorita Ana había desaparecido y se la buscaba desde hacía días. Pronto se corrió la voz sobre su clarividencia y la gente empezó a recurrir a Cometierra para hallar a sus familiares. Junto a su casa, personas desesperadas dejan botellas con tierra, nombres, fotos, plegarias, números de teléfono. Ella traga la tierra que ha estado en contacto con las personas desaparecidas y así puede verlas y sentirlas, por eso se ganó su apodo. Antes, Cometierra había tenido una visión terrible: su padre había matado a golpes a su madre. Después llegaron más visiones.
Nacer con un don
conlleva una enorme responsabilidad hacia los demás y Cometierra no disfruta de
esta cualidad, de hecho, le genera bastante incomodidad. Pero para contribuir con
los gastos y colaborar con su hermano acepta una remuneración voluntaria por
sus servicios. Cometierra y Walter se cuidan mutuamente, viven solos en
un entorno marginal de violencia y son
felices a su manera, jugando a la Play con los amigos o bebiendo cerveza.
Dolores Reyes nos
muestra en su novela heridas profundas, las huellas indelebles que quedan en
quienes han de vivir con el dolor que provoca la ausencia. Faltan personas
secuestradas, violadas, torturadas o asesinadas. Cometierra conmueve porque es una historia brutal y
terrible, pero es también humana y cálida. Está escrita con un lenguaje seco, salpicado por algunas palabras en
lunfardo que se entienden en el contexto. Apenas hay adjetivos, solo la cruda
realidad de unos hechos ficticios y posibles en cualquier lugar del mundo:
hombres que abusan de mujeres, de los débiles, de las criaturas. Hombres
heridos que hieren, que hacen del grupo su fuerza, que buscan aliviar su dolor
recurriendo a la venganza. Pese a todo, el amor resiste y se hace
ternura con Ezequiel, amistad con Hernán y camaradería con Miseria.
Cometierra es una casa vacía, un cementerio de ausencias que será devorado por las
plantas y que queda atrás cuando la protagonista llega al límite y no puede más con la gente y la tierra. Un
viaje en autobús aleja del pasado y lleva a un futuro que parece más oscuro. El
lugar donde Cometierra aprendió a leer la tierra ya no existe.
*Autora: María Dubón