Reseña del libro: Nada


Me oyes como quien oye llover, ya lo veo… ¡Infeliz! ¡Ya te golpeará la vida, ya te triturará, ya te aplastará! Entonces me recordarás…


Andrea es una huérfana de 18 años, tras la Guerra Civil se traslada a Barcelona para vivir con su familia materna y estudiar Filosofía y Letras. Su nuevo domicilio es un destartalado piso de la calle Aribau. La vivienda ofrece un aspecto deprimente, es un entorno sucio y desagradable, habitado por unos seres azotados por la desgracia. La abuela de Andrea, una anciana religiosa, flaca y derrotada por el sufrimiento; sus tíos, Román un artista bohemio que se dedica a negocios turbios; Angustias, beata y solterona amargada; y Juan, pintor, agresivo y desesperado; Gloria, su mujer, una joven simple y de buen corazón; y el pequeño hijo de ambos; Antonia, la criada, una mujer sombría y muy unida al perro de Román, Trueno, componen una familia peculiar, marcada por el resentimiento, la violencia y las penurias que impone la posguerra.

Andrea escapa de la locura familiar fugándose a diario para asistir a las clases en la universidad y descubriendo una Barcelona llena de luz, habitada por personas menos hostiles que sus familiares y en la que se respira un aire fresco que huele a mar. La amistad con Ena, compañera de estudios, le abrirá la puerta a un nuevo círculo social. Jóvenes de buena familia, artistas y con un alto nivel económico harán más soportable su existencia.

En 1945 se publica Nada, una novela con la que un año antes Carmen Laforet había ganado la primera convocatoria del premio Nadal, otorgado por la editorial Destino. Nada es una novela repleta de sensaciones, Carmen Laforet obliga al lector a sentir, a mirar la desnudez emocional de los personajes y a conmoverse con ella. En Nada son más importantes las emociones que transmite que los hechos narrados en sí, esto la convierte en una obra universal que trasciende a una época concreta. El mundo se ha transmutado en nada, en una nada llena de desdicha que nos muestra la agresividad en la pareja, la sumisión en el matrimonio, la relación de las personas consigo mismas y con los demás; en una nada con sentido de la protección, pasión, enamoramiento, altruismo, religiosidad. Nada es también el hilo conductor de la trama. Nada es la atmósfera que envuelve el universo de Andrea, un tiempo en el que no pasa nada y, sin embargo, ocurre todo. 

La protagonista se fija en cada detalle que la rodea, su visión es sesgada y subjetiva, nos habla de la realidad que percibe, de sus impresiones, de sus sensaciones, de lo que a ella le parece. La perspectiva de la narradora y protagonista se impone en el relato de los acontecimientos. Andrea habla del pasado, de sus experiencias al llegar a la Barcelona de los años cuarenta, y, quizá sin darse cuenta, nos revela que sí se llevó algo de la calle de Aribau, la experiencia de vivir en un mundo descarnado, del que no se puede escapar. 
*Reseña: María Dubón