Reseña del libro: El cuaderno dorado


Las críticas que durante nueve años recibió El cuaderno dorado, obligaron a Doris Lessing a escribir un prefacio en el que reconoce su frustración por las opiniones que ha generado la novela. Su obra había quedado reducida a una mera perorata feminista, cuando en realidad aglutina diversos temas capitales y supone un grito de dolor ante la convulsión personal y colectiva que provocan los acontecimientos mundiales, en un tiempo de grave agitación social.

Si bien no es de extrañar que el movimiento feminista británico se sintiera identificado con El cuaderno dorado, porque Anna Wulf y Molly, las protagonistas, son dos prototipos de mujeres que simbolizan la independencia, el espíritu de lucha, el compromiso social y político, la capacidad creativa, el esfuerzo personal de superación…

El planteamiento de El cuaderno dorado es sencillo y original. Anna Wulf es escritora, una mujer libre que ha triunfado con su primera novela y sufre un bloqueo creativo. Siente que su vida se desmorona, el caos la engulle y la desestabiliza, por lo que necesita recuperar el equilibrio. Para organizar de nuevo su existencia escribe en varios cuadernos: negro, rojo, amarillo y azul.

En el cuaderno negro, Anna Wulf reflexiona sobre el discurso literario: Hoy he vuelto a leer lo anterior por primera vez desde que lo acabé. Está lleno de nostalgia en cada palabra y cada frase, aunque cuando las escribí creí que eran objetivas. Pero ¿nostalgia de qué? No lo sé. La nostalgia impregna cada palabra y la cuestión es qué fiabilidad tiene ese discurso literario. Este cuaderno negro nace con el pretexto de realizar una sinopsis de la novela publicada por Anna y en él se narra cómo un grupo de comunistas blancos conviven y conspiran en una pequeña ciudad sudafricana. La crítica al apartheid se mezcla con la actividad del grupo, su distanciamiento de la realidad africana y de la situación que viven los nativos, sus enemistades y amores. Se ve en esta parte de la obra una referencia autobiográfica de la estancia de Doris Lessing en Rhodesia, actual Zimbawe.

El cuaderno rojo está dedicado a la política, en concreto al comunismo: Cuando me inscribí en el Partido, debía de existir en mí un secreto deseo de totalidad, de terminar con esa forma de vida dividida, fragmentaria e insatisfactoria en que todos estamos sumidos. Sin embargo, al ingresar, la división se había agrandado, y no por aquello de pertenecer a una organización cuyo dogma, sobre el papel, contradice constantemente las ideas de la sociedad en que vivimos, sino por algo más profundo. O, por lo menos, más difícil de comprender. Formar parte de un colectivo reduce la individualidad y por esta razón el discurso político también es rechazado. Este cuaderno ofrece una mirada reflexiva de Lessing sobre su experiencia como militante en el Partido Comunista británico. El fracaso de los ideales de justicia que movieron a una generación de jóvenes provoca el progresivo desengaño. Las esperanzas de cambio que suscitó el comunismo siguen siendo válidas, aunque el centralismo y la burocracia, la fidelidad acrítica exigida a las consignas que provienen de Moscú, los acontecimientos de Hungría y de Praga y la decepción por el inmovilismo tras la muerte de Stalin, crean un tremendo desencanto.

En el cuaderno amarillo se recogen experiencias de mujer, de la sexualidad recreada en un triángulo amoroso The shadow of the third. La tercera mujer es su amante, Ella, un alter ego de Anna: La  mujer imaginada es su propia sombra, todo lo que no es ella misma. Porque ahora comprende, y eso le horroriza, su absoluta dependencia de Paul. Esta historia está escrita analizando las leyes destructoras de la relación entre Paul y Ella. Anna cuenta su experiencia amorosa. Historias de amor y desamor que simbolizan el deterioro al que están condenadas las relaciones sentimentales entre los sexos.

El cuaderno azul nace con la clara intención de lograr la objetividad. Los recortes de prensa lo convierten en un diario de sucesos, con anotaciones de meros datos: la guerra de Corea, la creación de la bomba de hidrógeno, el conflicto del canal de Suez, las purgas que acontecen en los países comunistas, la represión en Checoslovaquia, las actuaciones del comité de Mcarthy, los conflictos raciales en Kenia: la situación de explotación crueldad e injusticia. Anna inicia este cuaderno por recomendación de su psicólogo, que le propone dejar la subjetividad para los sueños. Pero todos somos subjetivos, gracias a la subjetividad nos construimos como personas. El psicoanálisis no sirve para ordenar el caos. Anna Wulf relata su amistad con Molly, los problemas del hijo de esta, los avatares de su vida amorosa, las visitas a la consulta del psicoanalista y el análisis de sus sueños, las relaciones con su hija Janet. Reflexiona sobre sus relaciones con el partido comunista, las dificultades creadoras y su actual esterilidad creativa.

La última opción para lograr el orden es el cuaderno dorado, un conjunto de experiencias: Entonces fue terrible, porque me enfrenté con la carga de crear el orden dentro del caos en que se había convertido mi vida. El tiempo había desaparecido y mis recuerdos no existían. Yo era incapaz de distinguir entre lo que me había inventado y lo que había experimentado, si bien sabía que todo lo que me había inventado era falso. Este apartado recoge el fin de la fragmentación vital de Anna, es la expresión de una madurez difícilmente lograda. Es el resultado de la traumática experiencia con su amante americano. Ambos están a punto de destruirse mutuamente, pero de este proceso de autodestrucción surge una mutua comprensión, una fusión de ambas personalidades. Se separan en armonía, cada uno busca un nuevo camino y son capaces de escribir juntos el final del cuaderno dorado.

Anna descubre que no puede ordenar su existencia basándose en esos cuadernos, el lenguaje es falible y no le ofrece las respuestas que ella busca. Solo cabe aceptar la realidad tal cual es, caótica y fragmentada, con distintas interpretaciones y significados. Quizás esa  multiplicidad es lo mejor que tiene.

Doris Lessing publicó El cuaderno dorado en 1962 y es una novela de ideas que habla de medio siglo XX. La obra tiene la estructura de un prisma poliédrico, presenta distintas caras de un conjunto de significado unitario. Consta de una novela titulada Mujeres libres y cuatro diarios: el cuaderno negro, el cuaderno rojo, el cuaderno amarillo y el cuaderno azul. Por último se suma el cuaderno dorado.

Mujeres libres, título un tanto irónico, narra la relación de dos amigas, Anna, escritora, y Molly, actriz. Las dos están divorciadas y son madres de un hijo y una hija respectivamente. Ambas intentan preservar su independencia emocional y llevan una vida autónoma, se enfrentan a los desengaños amorosos, a las crisis de ideales políticos, a la incomprensión de sus hijos… El final de la obra plasma el desencanto y una sensación de fracaso por las expectativas vitales incumplidas. Sus hijos acaban integrados en el sistema: la chica ingresa en un internado, como hacen sus amigas, y el joven se convierte en un hombre de negocios vinculado al partido laborista. Molly se casa y se va a vivir al campo. Anna rompe con su amante, abandona el partido comunista, deja de escribir y encuentra trabajo como asistenta social.

El cuaderno dorado le valió a Doris Lessing el Premio Nobel de Literatura por «su capacidad para transmitir la épica de la experiencia femenina y narrar la división de la civilización con escepticismo, pasión y fuerza visionaria». Y es que Anna Wulf y Molly son el símbolo de las mujeres comprometidas, libres, empáticas con la debilidad humana. Pueden sentirse fracasadas, pero jamás se declaran vencidas y continúan luchando, siempre hacia adelante.

*Reseña: María Dubón