Matilda Wormwood es una niña especial, siente un enorme
interés por todo y aprende a leer muy pronto, a los tres años ya es autodidacta.
Con apenas cinco años se convierte en visitante asidua de la biblioteca. La
bibliotecaria, la señora Phelps, le recomienda lecturas, y su dormitorio se
convierte en una sala de lectura donde disfruta con las obras de grandes
autores y pasa las tardes tranquila, adquiriendo conocimientos.
Sus padres no demuestran ningún afecto por ella, la obligan
a ver la televisión, se niegan a comprarle libros y la dejan sola en casa todas
las tardes. Pero Matilda ha encontrado una inmejorable compañía en los libros.
Es muy inteligente y con sus razonamientos desconcierta a sus padres. También
sufre el desapego emocional de sus progenitores y maquina pequeñas venganzas
cada vez que la humillan.
Al comenzar su etapa escolar, Matilda ya supera a sus
compañeros: sabe leer, deletrea palabras complicadas, realiza cálculos
aritméticos y deja asombrada a su profesora, la señorita Honey, que pide a la
directora del centro que la alumna pase a una clase más avanzada y acorde con
su nivel intelectual. Pero la pérfida directora, la señorita Trunchbull, se
niega. Es una mujer odiosa, que intimida a todos con su mal carácter. Aborrece
a los niños y piensa que la intimidación y el miedo son buenos métodos para
educarlos.
En una clase, y ante los abusos de la señorita Trunchbull,
Matilda descubre que tiene poderes telequinéticos, consigue volcar un vaso de
agua con una salamandra dentro sobre el pecho de la directora. Sorprendida por
esta capacidad que ha desarrollado, Matilda le confía su secreto a la señorita
Honey, que la invita a merendar a su casa, una diminuta y humilde vivienda en
el campo. Confesión por confesión, la señorita Honey le descubre a Matilda la
causa de su pobreza: tras la muerte de su padre, quedó al cuidado de su tía, la
hermana de su madre. Esta mujer se quedó con su casa, con su dinero y la
convirtió en su esclava. Cuando se hizo adulta, la señorita Honey tuvo que
devolverle los gastos de manutención y ha quedado endeudada por mucho tiempo.
Esa mujer horrible es la señorita Trunchbull. Matilda queda conmocionada por la
historia de su maestra y decide usar sus poderes para hacer justicia.
La novela de Roald Dahl nos presenta a Matilda, una niña
brillante y subestimada por unos padres mediocres, que no aprueban su pasión
por los libros. El punto de vista de infantil narra los acontecimientos y los
adultos adoptan el papel de villanos maltratando a los niños. No falta una dosis
de humor negro para crear situaciones grotescas.
Las ilustraciones de
Matilda son obra del dibujante Quentin
Blake, muy reconocido por sus trabajos como ilustrador de literatura
infantil y especialmente de las obras de Roald Dahl. Con unas hábiles líneas,
realizadas a mano alzada, y unas manchas de acuarela, da vida a los personajes
y pone su característico estilo en cada escena que recrea.
*Reseña: María Dubón