Reseña del libro: Orgullo y prejuicio

Es una verdad mundialmente reconocida que un hombre soltero, poseedor de una gran fortuna, necesita una esposa.

Así comienza Orgullo y prejuicio, una obra clásica de la literatura universal en la que se describe la falta de libertad e independencia de las mujeres de principio del siglo XIX, condenadas a conseguir un matrimonio ventajoso que les permita llevar una vida digna. Su autora, Jane Austen, fue pionera al incluir en sus novelas unos personajes con gran profundidad psicológica y muy reales. Aunque sus tramas románticas acaban felizmente, aprovecha para criticar las costumbres y normas sociales de su época. Hija de un párroco y séptima de ocho hermanos, Jane Austen recibió una educación liberal y pudo desarrollar pronto sus inquietudes literarias. De su quehacer como escritora destacan también las novelas Sentido y sensibilidad y Emma.

La novela Orgullo y prejuicio se publicó en el Morning Chronicle, el 28 de enero de 1813, en 3 volúmenes, a un precio de 18 chelines. Como Jane Austen nos indica en el título: Orgullo y prejuicio, estos son los principales defectos en los que se sustenta la historia. El señor Darcy es vanidoso, egoísta y arrogante. La otra protagonista, Elizabeth, tiende a prejuzgar a las personas de forma negativa.

El matrimonio Bennet y sus cinco hijas solteras, de entre 15 y 23 años: Jane, Elizabeth, Mary, Kitty y Lydia componen una familia un tanto atípica. No gozan de una buena situación económica y la señora Bennet busca con ahínco un marido rico para alguna de sus hijas, pues teme que la muerte de su esposo las deje desprotegidas. Si esto ocurre, el señor Collins tomaría posesión la propiedad que habitan, ya que es heredero de todo y la finca se encuentra vinculada, esto significa que se transmite por línea masculina, de manera que con el fallecimiento del padre, las mujeres perderían gran parte de su fortuna.

Caído del cielo llega el señor Bingley, el nuevo vecino, que ha alquilado temporalmente una finca en la que vivirá con sus dos hermanas, la señorita Bingley y la señora Hurst, así como su cuñado, el señor Hurst. Con la llegada del caballero, la familia Bennet se revoluciona. Invitaciones, bailes, charlas, paseos por el jardín… Hay que conseguir una boda sea como sea, y a la señora Bennet no le importan los medios para lograr tal fin, pues tiene cinco hijas por casar. Poco después llegan Fitzwilliam Darcy, amigo íntimo de Bingley, y un grupo de amistades. Los candidatos a yerno son muy distintos: Darcy es rico, elegante y culto. Da la impresión de comportarse con altivez cuando Elizabeth le escucha rehusar la sugerencia de su amigo Bingley para que la saque a bailar, ya que no le parece tan bella como para merecer su atención. Elizabeth se siente herida en su amor propio y aprovecha cualquier oportunidad que se le presenta para ironizar sobre el joven. Por otro lado, Bingley es tranquilo y muy agradable, baila con varias muchachas disponibles, pero su atención se fija en Jane Bennet. Deseosa de fomentar una unión tan ventajosa, la señora Bennet propicia momentos para que Jane y Bingley estén juntos.

El primo que heredará el patrimonio de los Bennet, el señor Collins, visita a la familia. Collins es un clérigo aburrido que pasa las tardes leyendo a sus primas los Sermones de Fordyce. Siguiendo las recomendaciones de lady Catherine de Bourgh, y consciente del empobrecimiento que su herencia causará en las jóvenes Bennet, decide compensarlas casándose con una de ellas. Propone  matrimonio a Elizabeth, pero esta lo rechaza. La madre intenta presionarla para que acepte, pero el señor Bennet apoyará la negativa de su hija favorita, que empieza a enamorarse de un oficial recién llegado, el señor Wickham. Wickham sostiene que ha sido privado de su legítima herencia por el señor Darcy, algo que refuerza los reparos de Elizabeth hacia él. Tras el rechazo de Elizabeth al señor Collins, este se casa rápidamente con Charlotte Lucas, la mejor amiga de Elizabeth, quien acepta su ofrecimiento consciente de su situación: ya ha cumplido los 27 años y solo dispone de una pequeña dote.

Elizabeth visita a Charlotte, que vive con la tía de Darcy, Lady Catherine. Darcy acude a casa de su tía y con el trato diario, los encantos de Elizabeth acaban por resultarle agradables y le declara su amor «contra su propia voluntad», manifestando su intención de casarse con ella, «a pesar de su origen inferior, su degradación, su reprensible familia». Elizabeth se siente ofendida por sus palabras y dolida en lo más hondo al conocer que Darcy convenció a su amigo Bingley para que cortara la relación con Jane y por sus supuestos abusos hacia Wickham. Elizabeth se manifiesta rotunda al responderle que él es «el último hombre en el mundo con el que podrían convencerla para que se casara». A la mañana siguiente, Darcy busca a Elizabeth mientras da un paseo, le entrega una carta y se despide. En la carta explica sus acciones, pues considera que Jane no siente nada por Bingley y su relación no sería feliz. Aclara que no ha despojado a Wickham de su herencia, Wickham es un jugador y eligió una elevada suma de dinero en vez de una posición estable, también intentó fugarse con Georgiana, la hermana de 15 años de Darcy.

Las aclaraciones de Darcy, hacen que Elizabeth se avergüence del orgullo y el prejuicio que habían alterado su criterio. Semanas después, Elizabeth se va de vacaciones con sus tíos, que la animan a visitar Pemberley, la finca de Darcy, mientras él se encuentra fuera. Elizabeth se encuentra inesperadamente con él mientras visita la propiedad. Darcy ha cambiado respecto a ella, ahora se muestra más cálido y amistoso, y la relación entre ambos mejora. Llega la noticia de que Lydia se ha fugado con Wickham y con este hecho cae la deshonra sobre los Bennet, las posibilidades de que las demás hermanas se casen quedan muy mermadas.

La familia realiza indagaciones y descubre que Wickham dejó el servicio para eludir deudas de juego. Cuando Elizabeth le explica la situación a Darcy, este se encarga de encontrar a Wickham y sobornarlo para que se case con Lydia, pagando sus deudas y le da dinero. Elizabeth descubre casualmente la mediación de Darcy por unos comentarios de Lydia, y se arrepiente de haberle rechazado. Lady Catherine advierte los sentimientos que hay entre la pareja y ve en peligro la posibilidad de casarlo con su hija. Aprovechando la estancia de Darcy en Londres, Lady Catherine visita a Elizabeth y la presiona para que le abandone. El efecto que logra es el contrario al pretendido, pues la relación entre Darcy y Elizabeth se estrecha fuertemente y cuando él le propone de nuevo que se casen, Elizabeth acepta. Finalmente, Jane contrae matrimonio con el señor Bingley.


Jane Austen muestra la forma en la que la posición social y la poca libertad condicionan la vida de la mujer. Su personaje, Elizabeth, se rebelará contra todo esto, ella piensa por sí misma y no está dispuesta a permitir que nadie le diga cómo debe vivir su vida. La autora aboga por que las mujeres reciban una educación similar a los hom­bres, pues tienen capacidad para algo más que la música, la pintura, las manualidades o la danza y que su principal objetivo no sea atraer un marido. Esta faceta reivindicativa de la novela, le añade un plus a la historia.

*Reseña: María Dubón