Tras una lente de cristal transparente, nuestra mirada
observa una realidad nítida que engloba a miles de mujeres, que unas veces en
contra de su voluntad y otras deliberadamente obligadas por las complicadas
circunstancias que les atañen, acaban prostituyéndose, tragándose sus dolorosos
lamentos y ejerciendo irremediablemente de este modo, el oficio más sacrificado
y antiguo del mundo. Nos estremecemos al sentir sus latidos rotos como si
fueran simples objetos de mercado, viendo detrás de su fingida sonrisa a
mujeres humilladas, derrotadas ante una sucesiva y manipuladora marcha de
cuerpos sin rostro que nunca termina y que les hace ahogar sus sueños
largamente añorados bajo sábanas sudorosas. Notamos cómo su presencia se va
desvaneciendo poco a poco convirtiéndose en una atroz existencia que
apresuradamente se desmenuza en pedazos, permaneciendo aprisionada en la
penumbra de una habitación helada que hiere su sentir interior y maltrata con
brutalidad sus entrañas, un lugar donde no llega a penetrar un rayo de sol y de
hecho nunca amanece. Son mujeres sometidas a una vida desterrada y usurpada que
roza los fondos del abismo, en un callejón que ciega todas las posibles salidas
hacia un pasado anterior. Sin embargo, la mujer prostituta busca encarecidamente
recobrar un camino llano, aquel que perdió hace tiempo en el reflejo vacío que
ahora le devuelve el espejo y en el que anhela verse de nuevo a sí misma,
reencontrándose con una identidad robada que no vuelva a maquillarse de miedo
ni a teñirse con las huellas que arrastra la soledad.
“Puta” nos retrata sin tibieza y sensibilizándonos a través
de sus versos, el terrible y depravado universo que padece con increíble coraje
y día tras día la mujer prostituta, vendiendo parte de su propio ser para lograr
subsistir en la cruda vida a la que le ha tocado encadenarse. La autora, nos
acerca a la ausencia prematura de unas mujeres de las que solamente conocemos
la máscara que las disfraza, desvelándonos los hondos sentimientos que
resguardan bajo los pliegues perfumados de su tentadora piel. Nos lleva a
reflexionar sobre la digna reintegración social de unas mujeres todavía
rechazadas y denigradas en un inmenso saco relleno de infundados prejuicios.
Sin duda, esta singular poesía nos ofrece el eslabón del que tirar para poder
comprender el amargo trance de unas mujeres que sufren desesperadamente en sus
vidas sesgadas y despojadas de todo, deseosas de dejar atrás ese hoyo rebosante
de tristes miserias que las va consumiendo.
*Autora: Raquel Victoria