Reseña del libro: La niña gorda

El título es muy significativo y no esconde nada; apenas algo de la trama que se desenvuelve. Se trata de una niña de 13 años gorda. Así de claro.
El comienzo de la historia se centra en la visita que madre e hija realizan a un profesional de nutrición, un endocrino. Por supuesto la iniciativa ha sido de la madre que sufre ver las dificultades que tiene su hija, por la realidad en la que se desenvuelve, por la soledad y la poca aceptación que tiene en los ambientes que le rodean.
La hija no se niega y acompaña a la madre con cierta displicencia hasta que antes de entrar a la consulta, y en la calle, ésta le ofrece degustar un chocolate con churros para apagar un sentimiento de culpabilidad que tintinea en su mente. La niña, con sorpresa de su madre, rechaza la oferta y con cierta seguridad toma la iniciativa y se dirige a la entrada de la consulta en primer lugar, mostrando una resolución sorprendente  y una decisión desafiante.
Porque la realidad de la niña es que siente la soledad en sus relaciones tanto en el instituto como en el entorno habitual, porque la esquivan, nadie la busca, no les interesa su opinión… Si tenemos en cuenta que la adolescencia es un tiempo donde el apoyo de los iguales y la convivencia estrecha entre amigos es importante, a Susana le cuesta vivir el rechazo de los demás. Se refugia en la lectura; en los estudios es brillante, y encerrada en la habitación conlleva con cierta melancolía esa situación que le ha llegado sin ella quererla.
Busca la soledad antes de ser rechazada y a lo largo del tiempo esa bola de incertidumbre, dudas y silencios se va engordando y es que la bola rueda y rueda… cada vez es mayor hasta que alguien de su entorno vislumbra con inteligencia de niña de 13 años, esos problemas, se pone delante de ella y la detiene.
A partir de ese momento los acontecimientos de su vida cambian, pero generan otros que le hacen sufrir, como el miedo a perder esa amistad sorpresa porque le produce una servidumbre que en momentos contribuye a paralizar su acción.
Sin embargo nuestra protagonista, sorteando los baches que se le presentan aumenta poco a poco sus experiencias vitales y va rompiendo ese corsé que le aprisiona.
La historia es atractiva y el tema de su físico llega un momento que se difumina con una habilidad de la autora impresionante. Tanto es así que a veces no se sabe si  “la niña gorda” es ya gorda o delgada. Es como si la autora lo diera por resuelto. Es como si desplegara un velo de desafío y no quisiera que el relato de la historia girara todo en esa dirección.
La llegada a la casa de la familia Bruch supone un acontecimiento central en la vida de Susana. No quiere ir. De nuevo el miedo le atenaza pero está decidido. Sin embargo la vivencia en esa familia supone un acontecimiento central en su evolución. Conoce a jóvenes de su edad completamente diferentes, caprichosas, locuaces,  que le sorprenden de tal manera   que a lo largo de ese verano descubre que otra forma de vida es posible.
Su juventud transcurre tumultuosa, con experiencias atrevidas, con relaciones que le agitan por dentro, que le enriquecen y que le llevan a un final rutilante, teatral, atrevido y sorprendente.
*Reseña: Juana Ferrer