Cada cual va buscando su propio refugio en
los diminutos huecos que se cuelan entre las interminables horas de la rutina
diaria. Desde el centro de la plaza, largas cintas van enredándose en lazos
invisibles que van uniendo lentamente a todos sus vecinos.
Sus casas les aíslan completamente y sus
paredes van cayendo sobre ellos como un muro de soledad, sin embargo el retrato
final que conlleva el día a día de los moradores de este lugar, diverge en
distintas direcciones porque cada personaje elige su particular calle que
desembocará en sitios inesperados que guardan sin saberlo entre sus ilusiones
renovadas. Algunos lo harán saltando alto para surcar los vientos y otros
dejarán que la suave brisa simplemente les roce, pero todos ellos saborearán
los pequeños momentos que cambian y enriquecen sus vidas.
*Reseña: Raquel Victoria